Lo siento, tuve que matarte, porque no sabía lo que eras. No sabía si ibas a lastimarme y no quería correr ese riesgo. Supongo que es por culpa y gracias a mis experiencias pasadas que bajo ciertas circunstancias reacciono de cierta manera. Si, he tenido que matarte varias veces. Me sentí invadida, descubierta, desnuda, asqueada. Sólo pensé en mi propio bien.
Quizás, desde tu perspectiva también te sentiste intimidado o amenazado por mí y te preparaste, al igual que yo, para dar batalla. Pero esta vez gané.
O quizás solo ibas a pasar sobre mí, sobre mi piel para llegar al otro lado y te ibas a olvidar de mi inmediatamente en el preciso momento en que te alejes de mi cuerpo. O ni siquiera me hubieras registrado. No sé que hubiera sido peor, yo me hubiera quedado con ese asco en la garganta, conteniendo la respiración, sintiéndote aún en mi piel. Tuve que hacerlo. Lo siento.
No fue mi primera idea. La primera vez te aparté de un cachetazo limpio casi sin mirarte para no reconocerte. No quería saberlo, sabía que no me iba a gustar de todos modos. Pero insististe en treparte nuevamente en mí y ahí, en ese preciso momento que me tocaste, te maté, sin pensarlo dos veces, con la palma de mi mano nuevamente, pero esta vez para siempre.
Ivana Taft.
* desprecio a un insecto. o al amor desconocido, o a lo desconocido
Me copó.
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